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Uníos a la familia

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Cuando seis amigos procedentes de Belfast cruzaron el Atlántico para iniciar un épico recorrido de 8.800 kilómetros a través de 12 estados, no se imaginaban que un encuentro fortuito en un concesionario Harley-Davidson® transformaría su viaje a Sturgis en una experiencia legendaria

Para seis experimentados moteros, socios del Provincewide H.O.G.® Chapter de Irlanda del Norte, un viaje a Sturgis y un recorrido por algunas de las rutas más emocionantes de Norteamérica siempre iba a significar mucho más que unas simples vacaciones en moto por EEUU. Ésta fue una experiencia que demostraría la amistad sin límites, la hospitalidad y el respeto compartidos por los propietarios y usuarios Harley® de todo el mundo.

Paul Dobson y Collette O’Neill partieron de Belfast en dirección a Sturgis con otros cuatro amigos: John, Lynda, Francie y Geraldine. Habían tardado más de un año en planear el viaje y estaban deseando comenzar el recorrido que les llevaría a través de 12 estados para asistir al legendario rally de Sturgis en Dakota del Sur.

La primera parada del grupo, y también la más importante, fue en el concesionario Harley de Erie (Pensilvania), donde tenían que recoger las motocicletas. Esta parada también les ofreció la primera oportunidad de disfrutar de la auténtica hospitalidad de la familia motera de los Estados Unidos. El personal del concesionario dejó en ellos, sin duda, la que sería la primera de muchas magníficas e inolvidables impresiones: “Tenemos que decir que son unos tipos realmente fantásticos”, insistió Paul, “hicieron todo lo posible por ayudarnos, tener todo a punto y hacernos sentir bien recibidos”.

Sin embargo, no fue sólo el personal del concesionario el que demostró esa extraordinaria calidez de recibimiento. Mientras estaban en el concesionario, los miembros del grupo vieron a escasa distancia de ellos a otro motero que llevaba una desgastada camiseta que decía “Work sucks, I’m going to Sturgis” (Trabajar apesta, me voy a Sturgis), e inmediatamente se dieron cuenta de que se encontraban ante alguien que podía enseñarles todo lo que necesitaban sobre H-D® en EEUU. Se trataba de Larry “Grub” Solbo, de Massachusetts, que también se dirigía hacia el oeste en dirección a Sturgis.

Como es natural, a estas alturas del viaje Paul, Collette y sus amigos estaban un poco nerviosos. Les esperaba un largo recorrido de miles de kilómetros por territorios desconocidos, así que cuando Grub insistió en que el grupo se uniera a él y a su esposa Dawn, que viajaban en compañía de su hermano Pete y su esposa Shelley, los miembros del Chapter de Provincewide aceptaron encantados.

El grupo partió de Erie para iniciar el viaje. Colette recuerda: “Nunca olvidaré la sensación que sentí al ponernos en marcha al salir del concesionario, con todo el viaje por delante y el cálido viento en el rostro. Íbamos a Sturgis”.

Grub y su familia viajaban en una autocaravana con las tres Harleys en el trailer y se turnaban para utilizar los dos medios de transporte. Los socios del Chapter de Provincewide viajaban junto a ellos. Cuando empezó a anochecer, Paul y Collette comunicaron su intención de buscar un hotel para pasar la noche. Grub se negó en redondo. Después de asegurar las Harley con los candados al trailer, el grupo fue invitado a compartir la autocaravana con la familia.

El lunes se produjo la primera parada auténtica en el viaje a Sturgis: Waldrug. Esta población marcó el inicio de la ruta a través del espectacular Parque Nacional de Badlands. “Un lugar muy hermoso”, comentaba Paul. Esa noche, el grupo tuvo un golpe de suerte y consiguió alquilar una de las cabañas del Parque Nacional de Keystone para pasar la noche, algo nada fácil de lograr.

A la mañana siguiente amanecieron rodeados de naturaleza bajo un cielo azul intenso. “Como venimos de Irlanda, es algo que siempre apreciamos”, comentaba Paul. Partiendo de Keystone, el grupo recorrió la carretera de “Needles Highway” y siguió la ruta de “Wildlife Loop”, pasando rebaños de búfalos, y, guiados con pericia por Grub – un auténtico veterano de Sturgis – visitaron el Monte Rushmore, Custer, la montaña de Caballo Loco, Hill City y Rapid City en un solo día.

El miércoles el campamento base se trasladó a Rapid City y los nuevos amigos estrecharon aún más sus lazos de amistad. Paul recuerda: “Llegado ese punto, Larry había convencido por fin a su esposa de que cuidar de seis irlandeses extraños y extraviados era una buena idea – ¡nos habían adoptado oficialmente!”

El jueves el grupo se reunió con algunos amigos de Provincewide en el Centro Cívico de Rapid City para realizar una impresionante salida de un día, en la que visitaron Deadwood e hicieron una parada en las tumbas de Buffalo Bill y Calamity Jane. Estaban en auténtico territorio del Salvaje Oeste – algo que nunca habían visto antes – y les encantó. Al atardecer se dirigieron a Sturgis para hacer noche. Allí se quedaron especialmente impresionados con una moto Jack Daniels modificada que servía el famoso whiskey por el tubo de escape.

El viernes llegó el momento de explorar el auténtico centro neurálgico del rally: la calle mayor de Sturgis. Colette encontró que el intenso calor y las largas sesiones de compras formaban una combinación explosiva: “Salimos de compras prácticamente hasta caer rendidos a una temperatura de casi 40ºC”, nos explicaba. “Siendo pelirroja e irlandesa, la gente me miraba como un bicho raro cuando andaba por la calle bajo un paraguas para protegerme del intenso calor”.

El grupo aprovechó la oportunidad para conversar con algunas de las personas más destacadas del mundo Harley-Davidson. Conocieron a Billy Lane de Choppers Inc., charlaron con Eddie Trotta y salieron con – tal y como ellos mismos lo describieron – el “genial y simpático” Russell Mitchell y sus compañeros de Exile Motorcycles.

El sábado llegó la hora de volver a ponerse en marcha. Tras preparar el equipaje, ahora más abultado, el grupo salió a dar una última vuelta por Keystone antes de dirigirse hacia el sur, a través de las praderas de Nebraska, en dirección a la etapa más anticipada del viaje.

En otra inesperada demostración de generosidad y amistad, Grub se desvió de su itinerario y condujo unos 1.600 kilómetros durante la noche para que sus nuevos amigos visitasen un lugar en el que sólo en sueños podían haberse imaginado montar en moto: las Montañas Rocosas. A lomos de sus monturas, Collette, Paul y sus amigos ascendieron hasta una altura de unos 3.650 metros sobre el nivel del mar. Con el sol poniéndose detrás de ellos, la vista era impresionante. Fue un atardecer que ninguno de ellos olvidará. El grupo se instaló en un camping a pie de montaña para pasar la noche. Larry llevaba tiendas y colchones hinchables de repuesto por si alguien necesitaba una cama para pasar la noche.

A la mañana siguiente pusieron rumbo a Milwaukee. Tras cubrir unos 1.800 kilómetros en 27 horas, el grupo llegó justo a tiempo de incorporarse a la última visita del día de la fábrica Harley-Davidson. Además, Paul y Larry consiguieron entrar en los fascinantes archivos Harley, un lugar que la mayoría sólo puede soñar con visitar. Y como broche de oro, Dawn había organizado algo realmente especial para sus nuevos amigos: la oportunidad de conocer a Willie G. Davidson. Cuando estaban en Sturgis, Dawn había trabado amistad con su ayudante personal, y había organizado el encuentro en secreto como regalo de despedida para Paul, Colette y sus amigos. Paul y Collette encontraron en Willie a una persona muy asequible, y al hablar de él afirman: “Es una persona realmente inspiradora y auténtica, que se interesa por la opinión de todo el mundo. Se tomó tiempo para escuchar todo lo que le contamos sobre nuestro Chapter de Irlanda del Norte y sobre nuestro extraordinario viaje”.

Poco después era hora de regresar a Erie para devolver las motos. El viaje llegaba a su fin. Collette, Paul, John, Lynda, Francie y Geraldine dieron a Larry, Dawn, Pete y Shelley un último abrazo, y tras intercambiar direcciones y números de teléfono, se despidieron con tristeza.

Una sólida amistad había nacido entre este grupo de autoproclamados “moteros irlandeses extraviados” y sus amables y generosos guías estadounidenses. Éste había sido el hilo conductor del viaje. En palabras del propio Paul: “Para todos nosotros, este viaje demostró realmente la auténtica naturaleza de Harley-Davidson: una increíble hospitalidad”. Fue la máxima expresión del espíritu de Sturgis y del espíritu de Harley-Davidson: amistad, generosidad, respeto y una constante fiesta.

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